· Patricia Blanco Picado · Oficina de Divulgación e Información
Vacunación. Foto: Anel Kenjekeeva.

Foto: Anel Kenjekeeva.

Las actitudes e intenciones de vacunarse contra el coronavirus fueron las principales variables analizadas

Las actitudes, prácticas, creencias e intenciones de vacunarse contra el Covid-19 de una nuestra de la población costarricense se examinaron en un estudio del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Consistió en un cuestionario en línea a una muestra a conveniencia (no es extrapolable al resto de la población), realizado entre abril y junio del 2021. La investigación se hizo con el objetivo de caracterizar determinantes emocionales de la vacunación en el contexto de la pandemia. Abarcó a personas adultas, con una edad promedio de 51 años, y la convocatoria a participar se publicó en Facebook.

El instrumento fue respondido por 800 personas, un 76 % mujeres, un 24 % hombres y 1 % no binario de las provincias del centro del país. En ese momento, solamente los adultos mayores estaban vacunados contra el Covid-19.

Un 82,5 % de las personas consultadas mostraron una actitud positiva hacia las vacunas en general y un 81,5% manifestaron una actitud positiva hacia las nuevas vacunas contra el coronavirus. Un porcentaje menor dijo no estar ni a favor ni en contra.

Asimismo, un 86 % externó sus intenciones de vacunarse en general y un 77, 5 % contra el coronavirus.

El Dr. Benjamín Reyes Fernández, especialista en psicología de la salud y a cargo del estudio, destacó que los predictores que más contribuyeron a explicar las intenciones de vacunarse contra el coronavirus fueron si percibían que había consecuencias positivas o no de vacunarse contra el coronavirus. Además, aportó positivamente la percepción de riesgo por parte de las personas.

Al respecto, el 92 % percibía que la enfermedad podía ser severa, un 54 % que era susceptible a contagiarse y un 71 % que podía contagiar a otros.

Un 37, 5 % expresó que sus familiares desaprobarían su decisión de no vacunarse con cualquier vacuna y un 45, 5 % si no lo hacían contra el Covid.

Conspiracionismo y negacionismo

Las ideas sobre conspiracionismo fueron tomadas en cuenta en el estudio del IIP, mediante tres variables: mentalidad de conspiración, negacionismo y creencias de conspiración específicas sobre la pandemia.

Una mentalidad conspiracionista es aquella que asume que detrás de los grandes eventos hay un complot tramado en lugares secretos, mientras que el negacionismo es la propensión a rechazar información experta y autorizada.

Por su parte, las creencias de conspiración específicas surgen ante la necesidad de buscar una explicación a las causas de ciertos acontecimientos, como una pandemia.

La investigación reveló que un 26 % de los consultados mostró algún nivel de acuerdo con el negacionismo, un 24 % con la mentalidad de conspiración y un 6 % con las creencias específicas de conspiración.

El investigador concluye que las creencias específicas de conspiración disminuyeron las intenciones de vacunación contra el Covid. “Había un porcentaje de personas con una mentalidad de conspiración y de negacionismo. Pero no todas las que tienden a sospechar que en los grandes eventos hay complots, lo traducen en creencias de conspiración y en menores intenciones de vacunarse”, aseveró.

Se hicieron ocho preguntas sobre creencias conspiracionistas y las más suscritas fueron: un 26 % dijo que los medios de comunicación por causas políticas exageran la seriedad de la situación, que el coronavirus probablemente se creó en beneficio de las farmacéuticas (22,4 %), un 20, 5 % que los políticos exageran la gravedad del virus para controlarnos y un 20 % que el coronavirus es un arma biológica lanzada intencionalmente por China. Además, un 20 % estuvo de acuerdo en que el coronavirus fue creado intencionalmente para reducir la población mundial y un 16 % que los científicos exageran la seriedad del virus, siguiendo fines políticos.

La consulta que menos adhesión fue que el coronavirus no es real. Solo un 1,6 % decía estar en desacuerdo con que el coronavirus es real.

Otros predictores incluidos fueron educación, género e ingresos. Sobre estos se encontró como tendencia que la educación tuvo efectos sobre las intenciones de vacunación. Las personas, entre más educadas, más intenciones de vacunarse tenían.

También quedó en evidencia la relación entre nivel educativo y creencias de conspiración. “Las personas con menor educación más fácilmente tendieron a creer que detrás de las vacunas había un chip o que las farmacéuticas crearon el Covid”, reveló Reyes.

Diferencias entre grupos

El estudio mostró diferencias por género en relación con las intenciones de vacunarse. Se encontró que hubo menos intenciones y motivación en los hombres que en las mujeres.

Por nivel de ingresos, las personas con menos ingresos tenían menos motivación, mientras que por adscripción religiosa no hubo diferencias entre creyentes practicantes, no practicantes y ateos o agnósticos.

Tampoco se registraron diferencias por creencias de conspiración y negacionismo entre los grupos religiosos, pero sí las hubo en cuanto a creencias específicas de conspiración sobre la pandemia.

Los ateos y los agnósticos presentaron menos creencias de conspiración en comparación con los católicos, evangélicos y creyentes no practicantes.

Lo anterior podría tener relación con el nivel educativo y la desinformación, ya que un porcentaje de personas dudan de las noticias falsas.

Movimiento antivacunas

El investigador del IIP indicó que los datos obtenidos “no me dan para entender que en Costa Rica exista un movimiento organizado contra cualquier vacuna”

Añadió que muy probablemente una gran cantidad de las personas que el año pasado dijeron que no tenían intenciones de vacunarse ya estén vacunadas debido a la obligatoriedad establecida por algunas instituciones del país. “Esto es un proceso, el hecho de que alguien dude al principio no quiere decir que sea antivacunas”, aclaró el experto.

El hecho de que también alguien haya creído en algún momento una teoría de la conspiración específica contra las vacunas, tampoco quiere decir que sea activamente antivacunas. Más bien esa actitud puede ser el producto de la influencia de las noticias falsas.

El nivel educativo tampoco explica todo el fenómeno. “Hay cuestiones relacionadas con la personalidad que pueden vincularse con estas creencias”, subrayó.

Hay personas que tienen ambas características: un rasgo de personalidad y un submundo cultural. Por ejemplo, en algunas comunidades pueden circular más teorías de la conspiración que en otras y esto puede dificultar el proceso de vacunación.

Finalmente, Reyes manifestó que el hecho de pertenecer a determinada religión no está intrínsecamente relacionado con una posición sobre las vacunas. “Lo que creo es que en algún momento usted es parte de un grupo y ese grupo ejerce influencia sobre sus decisiones”, concluyó.

Variables sociodemográficas

El estudio del IIP comprendió algunas variables sociodemográficas, como ingresos económicos, religión y nivel educativo, con el fin de indagar sobre la posible relación existente entre estos predictores y las motivaciones y conductas en torno a la vacunación.

De la muestra analizada, una tercera parte de las personas ganan un poco menos de 2 millones de colones, otra tercera parte entre 1 y 2 millones de colones y más de un tercio tiene ingresos menores a 1 millón de colones.

Además, cerca de un 20 % se definió agnóstica o atea, un 44 % católica, un 28 % creyentes no practicantes y un 8 % creyentes evangélicos o de otras religiones cristianas.

En cuanto a la educación, un 75 % tiene estudios universitarios completos y un 14 % nivel universitario incompleto.